Según el autor Ferran Ramón-Cortes, la implicación emocional en los problemas de los demás no e una buena manera de ayudarles. Sin embargo, mantener la distancia tampoco es la solución. Distanciarse de un conflicto que nos cuenta alguien nos convierte en personas frías, desinteresadas por los demás. Aunque sin duda es una actitud que nos protege emocionalmente, no ayuda en absoluto en la relación personal.
Hay una tercera vía: la empatía. Es una respuesta que conecta emocionalmente con el otro, sin que haya por nuestra parte un desgaste emocional, y sin que altere nuestra percepción o peligre nuestra objetividad.
Captar no es sentir
"La empatía representa la habilidad sensitiva de una persona para ver el mundo a través de la perspectiva del otro" (Sebastià Serrano)
Muchas veces hemos visto definida la empatía como "la capacidad de sentir lo que el otro siente". Esta no es ciertamente la empatía que buscamos cuando nos enfrentamos a los problemas de los demás, porque el contagio del sentimiento -un hecho científicamente demostrado y que ocurre espontáneamente si no ponemos ciertas barreras- nos incapacitará para la ayuda.
Sugiero una definición alternativa, que consiste en considerar la empatía como la capacidad de captar lo que el otro siente y añado una coletilla: y de comunicarle que lo capto. Esta es la forma que tenemos de no resultar fríos y asépticos, y sin embargo no cargar con el peso emocional de los problemas ajenos.
Para desarrollar esta empatia son fundamentales dos cosas: en primer lugar, ser capaces de captar el estado emocional de los otros. Lo lograremos escuchando lo que nos dicen, pero sobre todo prestando atención a cómo lo cuentan. Para captar los sentimientos, el tono de la voz y las expresiones en lenguaje no verbal (la mirada, los gestos, la posición del cuerpo) son más importantes que todo lo que la persona a la que escuchamos nos pueda decir. Debemos escuchar con los ojos.
Y en segundo lugar, hemos de ser capaces de comunicar al otro que captamos su sentimiento. Será la forma en qué notará nuestra proximidad y se sentirá comprendido. Será también la forma en que saldremos de la frialdad que podría suponer no implicarnos en su problema.
Por otro lado, la empatía es enemiga de los juicios. No se basa en la razón, sino en la emoción. La vía de la empatía no contempla jamás la crítica, y precisa de la completa aceptación del otro en el momento psicológico en que se encuentre, sin prejuicio alguno, y dejando de lado nuestra opinión.
Implicación Emocional
viernes, 5 de julio de 2013
Manejo de los aspectos emocionales en el ámbito profesional
La tendencia profesional por lo que hace al manejo de los aspectos emocionales, tiene normalmente tres momentos que se siguen en el tiempo:
1- Distancia inicial
Comienza la relación y el usuario ve al profesional como alguien distante con quien ha de tener un cierto recelo.
En esta etapa se ponen en marcha mecanismos de seducción, pero que tienen más a ver con la voluntad de sacar partido que con la emotividad.
Ejemplo: Un residente de un centro penitenciario que habla a la educadora de usted, a pesar de que ella le insiste que no lo haga.
2-Implicación y acercamiento
Los usuarios empiezan a establecer relaciones afectivas con el equipo, fruto de la confianza, la convivencia y de la visión -a veces- que se trata de profesionales que están allí para ayudarlos.
Ejemplo: El mismo residente, después de unos meses, explica a la educadora el miedo que tiene a las salida y encontrarse a los amigos del barrio que estarán delinquiendo y le ofrecerán ir con ellos.
3- Distancia progresiva
Conscientes de que los usuarios han de volver a su entorno, el Educador Social va suavizando progresivamente la intensidad de las relaciones en el entorno educativo, para entrar más en lo que tiene o ha de tener en su entorno.
Algunos recursos valoran más convenientemente el mantenimiento de un cierto nexo de el usuario con el recurso y el equipo , pero no desde la intensidad sino para mantener el equipamiento como una referencia cada vez más suave.
Ejemplo: La educadora explica al residente que se comienze a buscar a alguien de confianza del barrio para plantearse los temas que han ido tratando todo este tiempo: "Piensa que cada vez has de tener más en la mente en tu barrio y menos aqui. Has de aprender a hacer frente a tus miedos con otras personas o -mientras no lo encuentres- tú solo. Ves pensando quien puede ayudarte o como conocer gente nueva".
1- Distancia inicial
Comienza la relación y el usuario ve al profesional como alguien distante con quien ha de tener un cierto recelo.
En esta etapa se ponen en marcha mecanismos de seducción, pero que tienen más a ver con la voluntad de sacar partido que con la emotividad.
Ejemplo: Un residente de un centro penitenciario que habla a la educadora de usted, a pesar de que ella le insiste que no lo haga.
2-Implicación y acercamiento
Los usuarios empiezan a establecer relaciones afectivas con el equipo, fruto de la confianza, la convivencia y de la visión -a veces- que se trata de profesionales que están allí para ayudarlos.
Ejemplo: El mismo residente, después de unos meses, explica a la educadora el miedo que tiene a las salida y encontrarse a los amigos del barrio que estarán delinquiendo y le ofrecerán ir con ellos.
3- Distancia progresiva
Conscientes de que los usuarios han de volver a su entorno, el Educador Social va suavizando progresivamente la intensidad de las relaciones en el entorno educativo, para entrar más en lo que tiene o ha de tener en su entorno.
Algunos recursos valoran más convenientemente el mantenimiento de un cierto nexo de el usuario con el recurso y el equipo , pero no desde la intensidad sino para mantener el equipamiento como una referencia cada vez más suave.
Ejemplo: La educadora explica al residente que se comienze a buscar a alguien de confianza del barrio para plantearse los temas que han ido tratando todo este tiempo: "Piensa que cada vez has de tener más en la mente en tu barrio y menos aqui. Has de aprender a hacer frente a tus miedos con otras personas o -mientras no lo encuentres- tú solo. Ves pensando quien puede ayudarte o como conocer gente nueva".
Afectividad profesional
He encontrado en un libro del autor Carles Sedo (1999) un documento muy interesante, el cual quiero compartir con vosotros sobre la afectividad. el libro es "Trabajando como Educadora o Educador Social".
Si bien la mayoría de profesiones que intervienen en personas relacionadas con la problemática social inciden en aspectos relacionados con la emoción, la afectividad no acostumbra a moverse directamente con el técnico. Se trabajan los sentimientos con la pareja, los iguales, los padres o hijos... pero normalmente no con el profesional.
en cambio, es una característica peculiar de la educación social provocar emotividad en los usuarios hacia el ES -ya sea de atracción o de rechazo-.
Este hecho se favorece con el mismo diseño de los recursos educativos, en los cuales se pretende crear un ambiente el más parecido posible al externo (familiar, acogedor, etc.).
Como que lo más habitual es que los usuarios no realicen una demanda (no ven las necesidades de realizar ningún cambio o, si quieren hacerlo, no se sienten capaces) el punto de pertenencia del abordaje no es sencillo. Por eso, es necesario que la relación del ES con el usuario este envuelta en el clima más adecuado para incidir en la persona. Todo posicionamiento educativo habrá de comenzar necesariamente por establecer un tipo de relación para, posteriormente, pasar a otros aspectos. En cualquier caso, la relación afectiva con el equipo se mantendrá.
El establecimiento de este marco emotivo ha de cumplir unas ciertas características para ser útil a nivel educativo:
-La relación que hay entre los dos a de ser equitativamente diferente, nunca bidireccional.
-Los sentimientos y las expectativas que han de mover al profesional en el usuario, no se han de poner en marcha en el profesional. Para el técnico, es un campo de intervención y no un espacio para vivir o sentir.
-Por muy cerca que el usuario se sienta a nivel emocional del ES, este no ha se perder nunca su rol y dejar de hacer la función que tiene encomendada.
Por otro lado, especialmente los equipos educativos de centros residenciales, no solo no evitan estos tipos de sentimiento, sino que que pueden fomentar su expresión para empezar a trabajarlos.
Un ejemplo:
Una educadora madre de un centro de atención a madres adolescentes prefiere decir: "A todas las madres hemos de sacrificar la vida personal por el hecho de tener hijos" a "yo me acuerdo que al principio no sabia como combinar mi vida de mujer con la de madre".
En cualquier caso no se ha de confundir la relación afectiva profesional (o aquella que permita intervenir a nivel educativo) con un tipo de acercamiento que pueda desear el usuario con el ES de colegismo.
Un buen clima de trabajo no ha de tener necesariamente nada a ver con una identificación o estima.
Si bien la mayoría de profesiones que intervienen en personas relacionadas con la problemática social inciden en aspectos relacionados con la emoción, la afectividad no acostumbra a moverse directamente con el técnico. Se trabajan los sentimientos con la pareja, los iguales, los padres o hijos... pero normalmente no con el profesional.
en cambio, es una característica peculiar de la educación social provocar emotividad en los usuarios hacia el ES -ya sea de atracción o de rechazo-.
Este hecho se favorece con el mismo diseño de los recursos educativos, en los cuales se pretende crear un ambiente el más parecido posible al externo (familiar, acogedor, etc.).
Como que lo más habitual es que los usuarios no realicen una demanda (no ven las necesidades de realizar ningún cambio o, si quieren hacerlo, no se sienten capaces) el punto de pertenencia del abordaje no es sencillo. Por eso, es necesario que la relación del ES con el usuario este envuelta en el clima más adecuado para incidir en la persona. Todo posicionamiento educativo habrá de comenzar necesariamente por establecer un tipo de relación para, posteriormente, pasar a otros aspectos. En cualquier caso, la relación afectiva con el equipo se mantendrá.
El establecimiento de este marco emotivo ha de cumplir unas ciertas características para ser útil a nivel educativo:
-La relación que hay entre los dos a de ser equitativamente diferente, nunca bidireccional.
-Los sentimientos y las expectativas que han de mover al profesional en el usuario, no se han de poner en marcha en el profesional. Para el técnico, es un campo de intervención y no un espacio para vivir o sentir.
-Por muy cerca que el usuario se sienta a nivel emocional del ES, este no ha se perder nunca su rol y dejar de hacer la función que tiene encomendada.
Por otro lado, especialmente los equipos educativos de centros residenciales, no solo no evitan estos tipos de sentimiento, sino que que pueden fomentar su expresión para empezar a trabajarlos.
Un ejemplo:
Una educadora madre de un centro de atención a madres adolescentes prefiere decir: "A todas las madres hemos de sacrificar la vida personal por el hecho de tener hijos" a "yo me acuerdo que al principio no sabia como combinar mi vida de mujer con la de madre".
En cualquier caso no se ha de confundir la relación afectiva profesional (o aquella que permita intervenir a nivel educativo) con un tipo de acercamiento que pueda desear el usuario con el ES de colegismo.
Un buen clima de trabajo no ha de tener necesariamente nada a ver con una identificación o estima.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Testimonio de un Educador Social en un CRAE
Adjunto el testimonio de un Educador Social, expresa sus vivencias y sentimientos personales en el centro.
“Ahora en mayo hizo un año que estoy
trabajando en el CRAE Casa de Familia N., recuerdo que el primer día
estaba muy nervioso y a los 2 minutos de entrar a trabajar el mundo se me
derrumbó cuando vi venir corriendo hacia mi una niña de unos dos años, con los
brazos extendidos y gritándome: “papá, papá, papá…” en ese momento hice un gran esfuerzo para no
salir corriendo.
Durante este año he aprendido muchas cosas,
pero sobre todo he descubierto cualidades de las personas que nunca había
visto, como la felicidad de las personas que no tienen nada, como la
desesperación de la situación familiar y personal de las menores, todo lo que
he vivido durante este tiempo me ha transformado personalmente.
El trabajo de un CRAE es bastante duro, ya
que tienes que estar en relación con las menores, con las que se crea un
vínculo afectivo, que puede ser usado para cosas positivas, como para las
negativas, las alegrías son muchas, pero las decepciones también son bastante
abundantes, decepciones que por otra parte son más difíciles de afrontar cuanto
mayor sea el vínculo afectivo con la menor.
En este año de trabajo he adquirido muchos
conocimientos ya que tengo la suerte de que el equipo de educadores es bastante
bueno y llevan muchos años trabajando en este centro, por lo que ha podido
extraer enseñanzas de mucha gente que me rodea a la hora de trabajar, pero no
sólo aprendo de mis compañeros, las lecciones más importantes me las transmiten
las niñas..
Cuando me dirijo hacia el trabajo siempre
voy lleno de ilusión ya que sé que hay gente que me quiere y que me espera, son
niñas que te roban el corazón y que para mi no es un trabajo sino un espacio
donde convivo con ellas y aprendemos juntos, yo de ellas y ellas de mi. Alguna
vez hablando con alguna de las adolescentes, ellas mismas han sabido discernir
entre las personas que van a trabajar y las personas que van a estar con ellas
y acompañarlas, por suerte de los primeros hay pocos dentro del equipo
educativo.
Al trabajar en un CRAE ves a niñas que han
sufrido varios tipos de maltrato, y que lo único que han hecho ha sido nacer en
el lugar equivocado, por lo que el afecto y la comprensión hacia estas niñas es
mayor, lo que no quiere decir que por el hecho de haber vivido cosas malas en
su pasado, se las sobreproteja y les dejemos hacer las cosas que ellas quieran,
ya que intentamos diferenciar mucho entre el pasado y el presente.
Cuando yo empecé a trabajar no sabía el
porqué estaban las niñas allí, primero porque no me informaron y después porque
yo no lo quería saber, ya que consideraba que no estaba preparado para ello,
con el tiempo he ido sabiendo los casos de todas las niñas, y conforme iba
descubriendo los porqués de su estancia allí iba ablandándoseme el corazón y al
llegar a casa estallaba en llantos.
Al escribir estas líneas también me esta
sirviendo para ver mi evolución en este año de trabajo, me acuerdo que el
segundo día que estaba trabajando allí me tocó presenciar y acompañar una
contención física a una menor de 11 años, una contención que se realizaba para
evitar una auto agresión, en el momento reaccioné como debía, pero luego al
salir de trabajar y hacer una reflexión sobre todo lo que había vivido ese día me derrumbé al ver cómo un ser humano tan
pequeño puede llegar a tener tanto malestar interno que le hace llegar
a la auto agresión.
Hay momentos durísimos en el trabajo,
aquellos que surgen de los conflictos diarios y aquellos que surgen de los conflictos
burocráticos que hacen que las niñas caigan en un maltrato institucional
enorme, por suerte tenemos una directora que es bastante “pesada” en este
aspecto e intenta siempre agilizar todos los trámites para que a las niñas se
les solucione la situación lo antes posible, un ejemplo del maltrato
burocrático es el de una menor de 13 años, que lleva 5 años en el centro, 3 con
familia colaboradora y ahora la niña ha decidido que quiere irse a vivir con la
familia colaboradora, pues bien como en DGAIA no estaban todos los papeles en
regla para la “mesura” de preadoptivo, esta niña no se puede ir con la familia
hasta dentro de unos 8 meses o así. El maltrato institucional es algo que
nosotros no podemos hacer nada, sólo podemos presionar para que se agilice toda
la burocracia.
De los momentos más duros que yo he vivido
allí seguramente no son aquellos en los que hay conflictos, sino en las
despedidas de las niñas, aquellas que han vuelto a su núcleo familiar o bien a
familias preadoptivas, estos momentos son duros por el egoísmo personal de
saber que nunca más las vas a ver, es una contradicción porque todos sabemos
que es lo mejor para ellas, pero esto no nos libra de sufrir cuando las vemos
partir.
No todo es malo en el trabajo en un CRAE,
porque sino no creo que hubiese nadie preparado para soportarlo, sólo aquel que
careciese de corazón, los momentos buenos son maravillosos y el ver una
sonrisa, un simple beso o un abrazo de una de estas niñas es la satisfacción más
grande que hay en el mundo, estas cosas son las que te hace olvidar lo malo que
ha pasado.
En un primer momento y dada mi inexperiencia
mi trabajo era demasiado asistencial, duchaba a las más pequeñas, daba cenas a
los bebés, les cambiaba los pañales, sacaba mocos y piojos… pero con el paso
del tiempo y poco a poco me he ido encontrando y he evolucionado en mis
responsabilidades, hasta el punto de que soy tutor de una menor de 14 años.
La responsabilidad de la tutoría es muy
grande, ya que en muchas ocasiones te tocan tomar decisiones que saben que
afectan a la vida de las personas, o como ocurre en el caso de mi tutorada, que
esta pasando por un mal momento en el cual hemos tenido que recurrir a la medicación psiquiátrica, ya que ella
esta tan perdida con todo lo que le ocurre, que su comportamiento es bastante
agresivo; por otra parte y yo como tutor de ella te ves en la necesidad de
ayudarle, pero muchas veces no sabes ni cómo, por eso es muy importante el
trabajo en equipo y las coordinaciones con todos los profesionales que están en
contacto con la menor.
Todas las niñas que allí residen tienen un
encanto, incluso aquellas que llegan con unos informes de DGAIA espantosos y
que luego con el trato con ellas ves que lo único que reclaman es una segunda
oportunidad, y en eso consiste el trabajo de un educador, en ofrecer
oportunidades y opciones diferentes alas
vidas que anteriormente han tenido estas menores.
Me ha resultado bastante difícil decir cómo
es mi vivencia como educador en este CRAE, ya que hay tantos sentimientos por
en medio que sería dificilísimo hablar de “mis niñas” sin un brillo (de
ilusión, de tristeza, de rabia, de alegría, de esperanza…) en mis ojos. “ (mayo de 2008).
Mi situación
actual dentro del CRAE ha variado, ya que cuando empecé a trabajar estaba de
educador de refuerzo, mi labor era apoyar a mis compañeros en todo momento;
ahora en la actualidad ya he cambiado de labor, ahora soy educador referente de
uno de los tres pisos que tiene N., junto con mi compañera Irene
(educadora referente del turno de tarde) con mis compañeras Nuria y Ruth
(educadoras del turno de noche), nos encargamos del segundo piso del CRAE, este
piso cuenta con 10 niñas, que van desde los 2 años a los 17.
El echo de pasar a tener más responsabilidades
es algo que me ha costado inicialmente, ya que soy muy perfeccionista e intento cargarme con
todo el trabajo posible, pero por suerte tengo unas compañeras estupendas que
me han dado su apoyo y así no tengo tanta presión añadida, lo que me ha servido
para aprender que aunque pueda acarrear con más responsabilidades de lo que me
pertoca es importante marcarnos unos límites, ya que sino la carrera como
educador social sería bastante corta, porque acabaríamos “quemándonos”. De ahí
que si perdemos de vista los límites el equipo educativo es el que te tiene que
hacer ver que has sobrepasado los límites, de ahí la importancia del trabajo en
equipo.
Por H. T.
Por H. T.
domingo, 9 de diciembre de 2012
Ayudate para variar
Si antepones tus necesidades y muchas otras cosas, todo y que sean justificadas, razonadas y inconscientes, es difícil conseguir cambios positivos en otra persona.
Los educadores primero necesitan ser educados, -en el sentido ético del deber-, han de saber aquello que le pasarán a sus clientes, -sino es así ninguno confiará en ellos-.
El camino de la relación de ayuda es haber reconocido otro camino, llamemos-le intuición., pero esto no se habla sólo se reconoce, se pone de manifiesto con una actitud que la otra persona percibe, no a través de razonar sino en otros niveles energéticos.
Es muy importante que cuando una persona se pone delante nuestro seamos honestos con ella. No mentir, trabajar con lo que hay. No negar un problema cuando sabemos que el problema es no aceptar la realidad, lo extraordinario es poder vivir lo cotidiano.
El trabajo del educador social en la relación de ayuda es despertar el ser humano, sacudir la falsa comodidad interna, el control, la resignación al no-riesgo.
El educador ha de tener fe en qué, sea lo que sea, no pasa nada, no hay tragedia. El error de los educadores es creer que somos portadores de la verdad y de la salud.
El descontrol simplemente expresa aquello que todo el mundo siente, es darse permiso para expresar aquello que todo el mundo piensa. Simplemente hace falta decir que llevamos dentro, y que da miedo porque nosotros lo abrimos. [...] El proceso de auto-observación, es una tarea costosa, dolorosa, que requiero esfuerzo, pero creo que es la manera de poder realizar un trabajo educativo, es la manera de establecer una relación de ayuda, donde el centro sea la persona que pide ayuda y que tenga enfrente una persona centrada que haya conocido los mismos procesos, miedos y resistencias, para los cuales habrá de pasar su situación.
Si no nos permiten vivir estos procesos las personas que vienen a pedirnos ayuda, sean niños, adolescentes o adultos, nunca podrán tener un proceso de adulto, -como decía Faustine Guerau en una de las definiciones operativas de educación-, ya que siempre se quedaran, nos quedaremos, enganchados en múltiples vínculos afectivos donde las personas con las cuales trabajamos nos atrapan por no realizar su proceso, ya que nosotros como educadores y como personas tampoco lo hemos realizado y de esta manera la relación educativa se convierte en una lucha de poderes en juegos de seducción, en juegos neuróticos, etc., que impiden que la relación educativa sea fructífera y tenga la dirección adecuada para cumplir los objetivos.
"Comprendí que expresarse emocionalmente no era tan peligroso como creía, que ya no me podía perder más estas bondades de la vida. Y decidí hacerlo. Eso, por ser sincero, no ha estado nada fácil para mí. Pero continuo intentándolo y asumiéndolo aunque me siga costando mucho trabajo"
Oskar Ekai Pagoto
sábado, 8 de diciembre de 2012
Noticia
Contagio emocional
Nuestros cerebros no son órganos aislados del exterior sino que son permeables a lo que ocurre fuera. Nuestros pensamientos, sentimientos y acciones se sincronizan de un modo espontáneo con los de otras personas.
El simple hecho de presenciar en el rostro de otra persona una emoción intensa, desencadena de un modo reflejo en nuestro rostro la misma emoción y la reproduce en nuestro interior.
Este fenómeno se denomina contagio emocional (...) El contagio emocional nos hace sensibles pero también vulnerables a las emociones de los otros, por lo que, en un primer momento, cuando una persona pone en sus palabras, su actitud o sus actos una cierta dosis de rabia, desprecio o rechazo hacia otra persona, a quien lo escucha o lo recibe automáticamente se le contagian esas emociones. (Bach y Fóres, 2008, 163-164)
El simple hecho de presenciar en el rostro de otra persona una emoción intensa, desencadena de un modo reflejo en nuestro rostro la misma emoción y la reproduce en nuestro interior.
Este fenómeno se denomina contagio emocional (...) El contagio emocional nos hace sensibles pero también vulnerables a las emociones de los otros, por lo que, en un primer momento, cuando una persona pone en sus palabras, su actitud o sus actos una cierta dosis de rabia, desprecio o rechazo hacia otra persona, a quien lo escucha o lo recibe automáticamente se le contagian esas emociones. (Bach y Fóres, 2008, 163-164)
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